Por más que levantes la voz, por muchos gritos que des, la verdad no tiene miedo porque tiene más poder.
Hay un juez llamado tiempo, que siempre dicta sentencia, y en una silla me siento a la luz de la paciencia, tranquilamente, con mi pecho abierto al viento porque el corazón no miente.
Tu me acusas, y yo me callo, si tu no escuchas, pues yo no hablo.
Si no me quieres libre, tal y como soy, recojo mis ilusiones, cojo la puerta y me voy.
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